Todos ya hemos escuchado hablar del Viagra y los Vigorizantes Sexuales, y de cómo esta pastillita mágica vino a revolucionar la edad media de los hombres y a devolverles la vigorosidad sexual, ante los problemas de cambios hormonales masculinos y la impotencia sexual. Sin embargo, los cambios hormonales en la edad media no atacan por género, y la mujer tiene su propia “impotencia sexual” llamada Disfunción Sexual Femenina, la cual lamentablemente ha sido poco atendida y estudiada pero que en este artículo buscaremos abrir la conversación y aportar a su conocimiento.
Primeramente, tanto la mujer como el hombre, llegados a cierta edad, sufren una alteración de su balance hormonal, primordialmente de sus hormonas sexuales. Llegados a este punto, la química el cuerpo cambia y con ello nuestros comportamientos, motivadores, emociones y pensamientos. Una transformación natural en todo ser humano.
El cambio más notorio en dicha transformación es en nuestro bienestar sexual: baja de vigor, baja de líbido, baja de deseo e interés sexual….
Todo lo relacionado al sexo suele ir en declive, incluso el desempeño. Ya que aunque no estemos de “humor”, físicamente pudiéramos ser capaces de llevar acabo la hazaña, la diferencia es que ahora pudiera haber incomodidades durante el acto, además de falta de lubricación e incluso dolor, y lo que antes lleváramos acabo como “campeones” se reduce a una tarea mecánica, poco pasional y poco fluida (en todos los sentidos). En el participante (mayor a los 40 años en promedio) ahora carga con un “problemita”: disfunción eréctil o disfunción sexual femenina (la cual engloba una serie de males).
Pero gracias a que en 1998 por casualidad se descubre el Viagra, el hombre ha sido capaz de rescatar en gran parte sus bienestar sexual afectado luego de la andropausia, pero… ¿y la mujer?
Llegada la menopausia, e incluso desde la perimenopausia, las mujeres pueden llegar a padecer Disfunción Sexual Femenina (la contraparte para la Disfunción Eréctil masculina) la cual entre otras muchas se muestra como:
- Sequedad vaginal
- Relaciones Sexuales Dolorosas (dispareunia)
- Dificultad para la Exitación o el Orgasmo
Todas componentes básicos y necesarios para una actividad sexual placentera. Los años pasan y “todo por servir se acaba” (esperemos haber servido mucho llegados a esta etapa en la vida), nuestros cuerpos cambiarán y nuestra composición química también, pero…
¿por qué no hemos hablado más sobre este tema en la mujer?
¿Porque no hay más estudios y por qué no hay alternativas aprobadas para que asi como el hombre logró recuperar su bienestar sexual, la mujer pueda disfrutar de ello también?
La Disfunción Sexual Femenina (DSF) ha sido desatendida y poco reconocida. Y las mujeres de hoy no tienen aún tratamientos satisfactorios que les permita recuperar su actividad sexual de forma aceptable.
La Sociedad Internacional de la Menopausia busca educar y promover los estudios que afectan el bienestar integral de la mujer asi como fomentar el análisis e invertir recursos en estudiar propiamente a la mujer y su complejo y maravilloso ciclo de vida.
Si quieres saber más sobre la Disfunción Sexual Femenina para enriquecer el conocimiento de tu feminidad o bien el de tu pareja, te recomendamos leer el siguiente estudio publicado por esta misma institución:
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